Queridos estudiantes, estimados docentes y asistentes de la educación, agentes pastorales, padres y apoderados, hermanas, Co- Hermanos. Octubre es el mes dedicado a la Misión. En algunos países, la celebración de la Misión se extiende a una semana o incluso un mes. En este tiempo se organizan diferentes actividades que nos permiten renovar el compromiso con la misión que Dios nos ha confiado. Me alegra saber que, a lo largo de estos años, ustedes han organizado distintas actividades para celebrar, en octubre, el mes de la Misión. Agradezco y felicito a todos quienes han colaborado y participado en ellas.
El presente año, debido a la Pandemia COVID-19, se ha debido organizar las actividades del Mes de la Misión de una forma distinta. Realmente aprecio el hecho de que no se dejaron paralizar por los desafíos que enfrenta el mundo, incluido su amado país. Esto demuestra el interés, la creatividad y la pasión por continuar ejerciendo su compromiso misionero. La actual crisis nos ha afectado principalmente en el ámbito psicológico y espiritual: muchas personas se sienten desanimadas, asustadas y confundidas para hablar de Dios y para testimoniar su amor al mundo, pero ustedes están presentes, respondiendo: «Aquí estoy, Señor, mándame». Este es el lema de la Jornada de las Misiones 2020, como leemos en el mensaje del Papa Francisco. «Aquí estoy, Señor, mándame, haz uso de mí para dejar que los demás experimenten que no nos abandonas a nosotros y a todo el mundo en este tiempo de sufrimiento y desafíos».
A la luz del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2020, y del último Capítulo General de la SVD, quisiera subrayar los siguientes puntos:
- La Misión se origina en Dios y brota de una relación personal con Jesús, el Misionero. La Misión no es simplemente organizar programas y actividades, se trata más bien, de la relación, una relación viva con el Señor, el Dios misionero. En las palabras del último Capítulo General de la SVD: “el fundamento de todo compromiso misionero es el arraigarse en la Palabra de Dios”, lo que quiere decir que es nuestra fidelidad a la Palabra la que nos inspira, fortalece y nos hace perseverar en la misión.
En esta semana o Mes de la Misión, dedicamos conscientemente más tiempo a la oración y a la meditación de la Palabra de Dios, tanto individual como grupalmente. Me sorprende positivamente y me anima ver cómo ustedes publican sus breves, pero profundas reflexiones sobre la Palabra de Dios en las redes sociales. Les exhorto a vivir y practicar lo que publicamos y compartimos con los demás.
- La Misión es darse cuenta de que somos una Misión. La relación viva con el Señor nos hará conscientes de que somos amados por ÉL. El Papa Francisco escribe en su mensaje: «La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie queda excluido del amor de Dios». Si decimos: «Aquí estoy, Señor, mándame», es porque cada uno de nosotros es amado por el Señor; somos embajadores del amor de Este es el fundamento de todo misionero, y todos, por el bautismo, somos misioneros. Una de las declaraciones en Evangelii Gaudium que me inspira mucho es:«Yo soy una misión en esta tierra y para eso estoy en este mundo». Sí, la misión es cada uno de nosotros, porque en nosotros y con nosotros, Dios quiere hacer de este mundo un lugar donde todos se sientan aceptados y respetados, donde la naturaleza sea vista y tratada como una casa para todos.
«Soy una misión» no es una declaración para justificar nuestra arrogancia o sentirnos superiores a los demás, sino que, nos recuerda hacer uso de nuestro tiempo y nuestros talentos para el bien de la humanidad y del mundo. Su vida es preciosa, y “preciosa es la vida dedicada a la misión”, decía el lema de la canonización del San Arnoldo Janssen, nuestro Fundador, y San José Freinademetz in 2003.
- Misión significa salir de nosotros mismos. Los misioneros no son sólo personas que salen de sus propios países y culturas, sino básicamente, todos los que siguen el llamado a superar el egoísmo o el racismo, para llegar a los demás, especialmente a los últimos, independientemente de su religión, nacionalidad, raza o cultura. En su Exhortación Apostólica, Christus Vivit, publicada después del Sínodo sobre la Juventud, el Papa Francisco hizo una exhortación inspiradora. Él dice que para nosotros cristianos, la forma de llegar a saber quién soy o responder a la pregunta «¿Quién soy yo?» es preguntarnos: «¿para quién soy?». Para quién me dedico, para quién quiero ser relevante, esta es la pregunta que nos ayuda a nosotros, los cristianos, a responder a la pregunta acerca de quiénes somos. Al ponernos al servicio de los demás, no sólo damos, sino que también, recibimos; no sólo servimos, también nos enriquecemos.
El Papa Francisco está convencido, y así lo expresa en el mensaje para la Jornada de las Misiones 2020, de que: «La misión que Dios nos confía a cada uno, nos hace pasar del yo temeroso y encerrado, al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo. Nos encontramos precisamente cuando nos entregamos a los demás». Encontrar a los demás, estar en diálogo con los demás, es la manera de hacer misión. Esto también significa, para nosotros, luchar contra el egoísmo, el individualismo, el racismo y todo aquello que destaca nuestras diferencias, para promover la interculturalidad, siguiendo el ejemplo de San José Freinademetz, uno de nuestros primeros misioneros, enviado a China.
Queridos estudiantes, estimados docentes y asistentes de la educación, agentes pastorales, padres y apoderados, Co-hermanos, me uno a ustedes en la oración, con la esperanza de que la celebración de la Misión de este año nos anime a todos en la promoción de la tarea misionera recibida del Señor, y nos haga decir generosamente: «Aquí estoy Señor, mándame».